El cómic, algo más que un simple libro de lectura


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La historia se puede contar a través de muchas formas. A través de los libros de texto, de los documentales, de las series e incluso a través de los libros de lectura o los cómics. Hechos reales enmarcados dentro de un entorno ficticio. Aventuras que nos atraen por sus protagonistas y el entorno que les rodea. Que son capaces de sumergirnos y darnos una visión de la historia, sin darnos cuenta. 
Este es el caso de Tintín, el protagonista del cómic “Las aventuras de Tintín”, creado por el dibujante belga Hergé. Un personaje de ficción que a nadie dejó indiferente, todos recordamos aquel joven bajito, con cara de inocente y tupé, que siempre va acompañado de su perrito blanco, Milú, y que a través de 24 albúmenes nos ha dado a conocer algunos de los conflictos más característicos del siglo XX. Desde la revolución rusa con “Tintín en el país de los soviets”;  pasando por la guerra del Chaco entre San Teodoro y Nuevo Rico por culpa del petróleo que enfrentó a Paraguay y  Bolivia durante los años 1930, con el álbum “La Oreja rota”. Hasta llegar a la época en la que Alemania invadió Austria para anexionarla al Tercer Reich con el “El Cetro de Ottokar” o el minucioso retrato del Chicago de los años 20 con gánsters y matones, así como los cowboys del oeste, en “Tintín en América”. 
Historias contadas de manera minuciosa y documentada. En donde nada es fruto del azar. Tal es así, que para el álbum “El Loto azul”, Hergé se ayuda de su amigo chino Tchang Tchong Yen, para documentarse bien sobre el país y su cultura. Una exactitud que se ve plasmada en la producción de eslóganes con caracteres chinos en los que ponen frases como “abajo el imperialismo”.  
Incluso llega adelantarse al futuro con tebeos como  “Objetivo: la Luna”, donde el profesor construye un cohete atómico a bordo del cual se hará el primer viaje tripulado a la luna. Y su segunda parte “Aterrizaje en la luna” donde se narra el montaje del equipo y empiezan las investigaciones y exploración del terreno. Volúmenes que fueron publicados tres años antes del lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial, y quince años antes del primer alunizaje tripulado. 
Una forma de reconstruir la historia del siglo XX de una manera sencilla, divertida y fácil de entender. Al igual que “Las aventuras de Tintín”, otros cómics  más o menos coetáneos también lo hicieron a través de sus famosos protagonistas. Como fue el caso del marinero “Corto Maltés” (Italia), cuyo tebeo narra la rebelión de los bóxers, la guerra ruso-japonesa, la 1ª guerra mundial o la guerra civil española. 
Y quien no se acuerda de “Mafalda” (Argentina), esa niña que sueña con hacer este mundo mejor y por la paz mundial. Un vivo retrato de la clase media latinoamericana y de la juventud progresista de los años 60. 
O de los famosos Astérix y Obelix (Francia) en “Astérix el Galo” cómic en el que nos remontamos al año 50 a.C. en tiempos de los romanos,  griegos y godos. 
En España, podemos destacar a “Carpanta”,  ese un hombre bajito, con  una nariz prominente y una barba pajarita y la cabeza cubierta con un sombrero, que refleja las durísimas circunstancias de la España de posguerra. 
Y si cruzamos el charco, nos encontramos con las aventuras del “Capitán América” (EEUU), aquel superhéroe vestido con los colores característicos de las bandera de Estados Unidos que defendía una América libre y democrática y que está ambientada en torno a la 2ª guerra mundial y los primeros años de la Guerra Fría.
Cómics que cautivaron en su momento y que lo siguen haciendo. Qué entretenían tanto a niños como a adultos Y que gracias a los cuales podemos vivir el pasado como presente.
Tal es la importancia del cómic y estos personajes que muchas ciudades celebran festivales y rutas turísticas en torno a ellos como es el caso del Festival del cómic y la ruta del cómic de Bruselas.

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