Berlín, una ciudad marcada por los contrastes


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El trabajo y el curso de alemán me han tenido un poquito ausente en el blog. 
Pero, he de reconocer que el parón ha merecido la pena, ya que en este tiempo he aprovechado para hacer una de las cosas que más me gustan y es el hecho de conocer un poquito más el país en el que me encuentro. Sus ciudades, sus cultura.  ¡Vamos a ello!

La primera parada ha sido Berlín. Un seminario para evaluar mi estancia y mi Voluntariado Europeo (SVE) aquí han permitido que me desplazase a la capital alemana. La verdad es que como suele pasar cuando haces un viaje intentas informarte de los monumentos, sitios más emblemáticos, curiosidades y preguntas a algún conocido sobre la ciudad. Todos llegaban a la misma conclusión, te va a encantar. Y he de reconocer que no se equivocaron en nada. Efectivamente, Berlín es un mundo aparte. Una ciudad marcada por los contrastes, entre la parte oeste y la este, entre el lujo y lo alternativo, la modernidad y la tradición…

Los 15 días que permanecí en la capital, fueron un viaje en el tiempo intentando comprender como fueron esos años en los que Berlín era el epicentro de uno de los hechos más dolorosos y sangrientos del siglo XX, la 2º Guerra Mundial y como después con la Guerra Fría la ciudad quedó divida en dos partes, la zona este y la oeste. 

La multiculturalidad es otro de sus puntos fuertes de esta gran ciudad, patente en sus gentes, en sus calles impregnadas de cultura urbana a través de sus edificios, mobiliario urbano, parques y/o monumentos. Así como el barrio judío, con sus edificios escoltados por policías. 

La vegetación manifiesta a través del “Tiergarten” o el jardín botánico, con sus lagos y animales, en pleno centro de la ciudad. 

La importancia de la cultura para la ciudad, a través de nada más y nada menos que 365 museos, entre los que destacan los que están situados en la famosa “Isla de los Museos”, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999. 

Y que me decís de la arquitectura, esa contraposición de edificios modernos con el estilo sobrio de los edificios de la parte soviética.

En definitiva, un sinfín de contrastes, que en mi modesta opinión es necesario descubrir por uno mismo.

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